La sudoración excesiva o hiperhidrosis puede que no esté relacionada de manera directa a la actividad física o a un clima caluroso. Una persona que padece de hiperhidrosis puede transpirar de un modo tan intenso que toda su ropa puede humedecerse. Esto puede provocar la interrupción de actividades cotidianas e incomodidad social.
Para el tratamiento de la hiperhidrosis, la persona debe acudir a un profesional de la salud, específicamente a un especialista en dermatología. Este evalúa a cada paciente e indicará un tratamiento de manera individual. El cual puede ir desde antitranspirantes hasta tratamiento farmacológico, toxina botulínica o incluso tratamiento médico-quirúrgico.
¿Qué tipos de hiperhidrosis hay?
Esta afección se puede manifestar de dos formas: focal o generalizada.
La hiperhidrosis primaria, también conocida como idiopática, se caracteriza por el desconocimiento de una causa aparente y se puede manifestar desde la infancia. La cual va empeorando en la pubertad, pudiendo estar limitada a una zona del cuerpo como las axilas, manos o pies.
Por otro lado, se encuentra la hiperhidrosis secundaria. Se caracteriza por una patología que puede ser de origen neurológico, endocrino o farmacológico. Esta se caracteriza por ser generalizada.
¿Qué papel juegan las glándulas sudoríparas en la hiperhidrosis?
Las glándulas ecrinas y apocrinas son las encargadas de la producción de sudor, compuesto por electrolitos y agua, como mecanismo fisiológico para regula la temperatura corporal. Según estudios, el ser humano tiene de 2 a 4 millones de glándulas sudoríparas en todo el cuerpo.
Aproximadamente un 75% de estas son glándulas ecrinas y están distribuidas en su mayoría en axilas, palmas y manos.
Así, dependiendo de la necesidad de nuestro organismo, estas son capaces de secretar de 3 a 4 litros de sudor en 1 hora.
Por otra parte, las glándulas apocrinas se pueden encontrar en axilas, párpados, areola, regiones pubianas y perianales. Cabe destacas que según ciertos estudios, no hay una causa completamente esclarecida para explicar la actividad sobre-estimulada de las glándulas sudoríparas.
¿Cómo se efectúa el diagnóstico de la hiperhidrosis?
El diagnóstico de la hiperhidrosis es completamente clínico. El médico tratante a través de un interrogatorio minucioso se enfocará en el inicio de la enfermedad actual, antecedentes personales, familiares y farmacológicos del paciente. Esto será complementado con la exploración física. También se podrá diagnosticar si el paciente presenta al menos 4 de los siguientes criterios:
- Afectación principal de axilas, palmas, plantas y región craneofacial.
- Al menos 2 episodios de sudoración excesiva semanal.
- Afectación bilateral que puede ser relativamente simétrica.
- Antecedente familiar de hiperhidrosis o interrupción de las actividades diarias.
- Ausencia de sudoración durante el sueño.
¿Existe algún tratamiento para la hiperhidrosis?
Tal y como mencionamos con anterioridad, la hiperhidrosis puede ser tratada de diversas formas y si lo determina el dermatólogo tratante. Entre los tratamientos más comunes se podrían mencionar los siguientes:
- Iontoforesis: método no invasivo. Consiste en la introducción de una sustancia ionizada a través de la piel, sumergiendo palmas y plantas en agua aplicando corriente continua de 10-20 miliamperios.
- Antitranspirantes: compuestos principalmente de cloruro de aluminio.
- Toxina botulínica: bloquea temporalmente la liberación de acetilcolina, principal regulador del sudor.
- Tratamiento quirúrgico-simpatectomía: consiste en la sección de las fibras nerviosas encargadas de regular la sudoración.
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